View Full Version : Mundo de Mujeres 2
sofxx
05-30-2015, 04:13 PM
-¿Qué te pasa, eh?
Estábamos yo, Sofía, y mis amigas, Martina, Gabriela, Delfina y Lorena, que realmente era
coqueta, sentadas en el bar Ovarios Vencen, exprimiéndo los huevos y decidiendo qué
podríamos hacer esa noche. El bar era muy fashion, donde servían leche de huevos. Bueno, allí vendían leche con algo más.
Teníamos los bolsillos llenos de dinero, de modo que no había verdadera necesidad de patearle los huevos a algún anciano en un callejón, y contar el botín. Pero como se dice, el dinero no es todo en la vida.
Las cinco estábamos vestidos a la última moda, un par de jeans blancos muy ajustados. Además, llevábamos chaquetas cortas de cuero muy ajustadas hasta el ombligo.
Además, hermanas mías, llevábamos el pelo suelto, demasiado largo, y calzábamos bucaneras con plataformas de madera para patear los huevos.
¿Y ahora qué te pasa, eh?
Había tres chicas juntas frente al mostrador, pero nosotras éramos cinco chicas, y en general aplicábamos lo de una para todas y todas para una. Las chicas también estaban vestidas a la última moda, con pelucas rosas, veredes, y azúles. Llevaban vestidos cortos y muy fashion. Blanco, de lycra, muy derechos, y en la parte de la delantera pequeños testículos colgando los nombres de distintos málchicos. Juan, Pedro, Jorguito y otros más por el estilo. Seguramente los nombres de los diferentes málchicos con los que se habían hueveado. Miraban para nuestro lado, y estuve a
punto de decir (por supuesto) que saliéramos a bailar un poco.
-¿Adónde vamos? -dijo Martina
-A caminar un poco -le contesté- y a ver qué pasa, oh amigas mías.
Así que nos largamos a la gran noche y encontramos justo lo que buscábamos, una broma graciosa para empezar la noche. Era un viejo maestro de escuela, con anteojos. Llevaba unos libros bajo el brazo y un paraguas roto. Así que nos dirijimos hacia él y le dijimos muy amablemente:
-Disculpe, señor.
Parecía un pajero cuando nos vió a las cinco, que nos acercábamos tan serenas, corteses y sonrientes y dijo:
-¿Sí? ¿Qué desea bella mujer? -con un voz de pajero de mierda
Le dije:
-Veo que llevas unos libros bajo el brazo. Realmente, es un placer en estos tiempos tropezar con un hombre que todavía lee, señor.
-Oh -dijo, todo agitado-. ¿De veras? Ah, comprendo. -Y siguió mirándonos, y se encontraba en medio de un grupo de bellas mujeres muy sonrientes y corteses. .
-Sí -añadí-. Me interesaría mucho, señor, que tuvieras la amabilidad de dejarme
ver qué son esos libros que llevas bajo el brazo. Un libro bueno y limpio, señor, es la cosa más linda del mundo .
sofxx
05-30-2015, 04:52 PM
-¿Limpio? -preguntó-. ¿Limpio?, ¿Qué quieres decir, eh? -Y entonces Gabriela le robo los libros y
verdaderamente los distribuyó entre nosotras. Como eran cuatro, todos menos Lorena teníamos uno para ver. El mío se llamaba Vieja Historia elemental, así que lo abrí y dije:- Excelente, realmente de primera -mientras volvía las páginas. Entonces
exclamé, muy escandalizada-: Pero, ¿qué es esto? ¿Qué significa este
sucio dicho? Me ruborizo de ver la siguiente palabra. “El hombre podía votar y tenía derechos....” Me decepcionas, señor, de veras te lo
digo.
-Pero -quiso replicar-, pero, pero...
-Aquí -dijo Martina- hay algo que me parece una verdadera porquería. Aquí veo que el hombre practicaba deportel -Tenía un libro llamado El primer Mundial de fútbol
-Oh -dijo la bella Lorena, durmiendo sobre el hombro de Martina, y como siempre se le
fue la mano- y aquí y aquí dice que el principe salvo a la princesa, con foto y todo. Pero si no eres más
que un viejo repulsivo de mente podrida.
-Un viejo como tú, viejo de mierda -dije, y empecé a destrozar el libro que me había tocado,
y mís amigas hicieron lo propio con los suyos
. Delfina y Gabriela a los tirones con El sistema
económico diseñado según Marx. El señor profesor comenzó a llorar-: Pero si son míos, son una reliquía, esto es abusivo y vandálico. Y trataba de arrebatarnos los libros, y resultaba una escena bastante patética-. Mereces una lección, viejo de mierda -dije-, te la has ganado. El libro era difícil de romperlo en pedazos, pero me las arreglé para arrancar las páginas y echarlas al aire como hojas de un árbol, aunque grandes, sobre el viejo que lloronaba; y entonces mís amigas hicieron lo mismo con los suyos, y Lorena, iqué
graciosa!, comenzó a bailar alrededor.- Ahí tienes los restos -dijo Martina-, asqueroso lector de basura y porquerías.
-Esta prohibida la lectura escrita por un hombre -dijo Gabriela.
-Viejo de mente podrida, perverso -dije, y comenzamos a jugar con él. Gabriela le sostuvo las manos y Martina consiguió abrirle el cierre del jean, y Lorena le arrancó el protector de huevos.
Lo tiró al suelo, y yo se lo machaqué con las botas, aunque era más duro que una piedra, como que estaban hechos con un nuevo material plástico. Le sacamos el pantalón, y luego el calzoncillo, y finalmente Martina le encajó una dolorosa patada en los testículos y lo soltamos. Se alejó tambaleándose, a pesar
de que no había sido un patada tan impresionante, pero él gimoteaba oh oh oh, sin
saber dónde estaba o qué pasaba, y nosotras nos reímos con ganas; después le vaciamos los bolsillos, mientras Lorena bailaba una danza con el paraguas roto del viejo. Lo que debo decir las bucaneras eran una verdaderamente buenas botas, una sola patada bastaba para dejar los huevos echos a la miseria. Pero por eso no voy a pedir disculpas a nadie, y además la noche apenas comenzaba.
sofxx
05-30-2015, 06:28 PM
Capítulo 2
Vimos a un viejo borracho, eructando. Nunca pude soportar a un viejo roñoso, borracho, fuera la que fuese su edad. Estaba aplastado contra la pared, estaba cubierto de barro y alcohol.
Cantaba una canción que decía así:
Volveré, volveremos otra vez
volveré, volveremos a jugar al fútbol los Domingos
volveré, volvere
mos al boliche a gozar
volverenán, ellas volverán otra vez
volverán, ellas volverán a cocinar
volverán, ellas volverán a lavar los platos.
Pero cuando Lorena le dio unos cuantos puñetazos en las bolas del borracho, paró el canto y se puso a gritar:
-Vamos, péguenme, cobardes... no quiero vivir en este mundo de mujeres...en este mundo podrido.
Le dije a Lorena que se apartase un poco, porque a veces me gustaba escuchar lo que los hombres decían de la vida y el mundo.
-Bueno, ¿y qué tiene de podrido? -le dije.
-Es un mundo podrido porque permite que las jóvenes golpeen a los viejos como
ustedes hicieron.
-Ya no
es mundo para un padre, la esposa le patea los testículos adelante de sus hijos así porque sí. Y no hay ley que lo ampare.
-¿ Qué clase de mundo es éste?
Para remate nos regaló un poco más de su música labial.
Oh, hombres, hombres queridos, luchen
y tendrań la paz y la victoria.
De modo que le dí bien duro en los huevo y cayó pesadamente, y como un surtidor brotó un chorro grande
de vómito de cerveza. Era repugnante, así que comenzamos el tratamiento de la bota,
diez patadas cada una, en total cien. Y entonces de los viejos huevos le brotó sangre. Luego seguimos nuestro camino.
Cerca de la plaza nos topamos con mal chicos. Nada más que de verlos me enfermaba. Nos vieron al mismo tiempo que nosotras a ellos, y ahora
nos medíamos en completo silencio.
Esto sería la cosa verdadera y real, usaríamos la navaja, no sólo los puños y las botas.
Mal chicos interrumpieron lo que tenían entre manos, que era prepararse para hacerle algo a una llorosa y joven a la que tenían allí y estaba llorando con la ropa todavía puesta. Un chico la sostenía de una muñeca, y otro de la otra. Probablemente estaban en la parte iniciar un acto de ultraviolencia. Cuando nos vieron llegar, soltaron a la mujer lloriqueante -de donde ella venía había muchas más- y la chica corrió con las delgadas
piernas relampagueando en la oscuridad, siempre gritando oh oh oh.
Lorena dijo, con
una sonrisa amplia y una gran carcajada:
-Bueno, los cabrones varones. Son todos una porquería.
Delfina, la petiza pero hábil castradora, dijo:
-¿Cómo estan, botellón de semen barato?
Yo dije, con
una sonrisa amplia:
Acérquensen, que le daremos una en los huevos, si es que los tienen.
Y ahí nomás empezamos.
Como ya dije, éramos cinco y ellos diez, pero aunque un poco petiza, Gabriela valía por cuatro de los varones; cuando había que pelear sucio y fuerte. Ella tenía una cadena y entonces la soltó y comenzó a revolearla de lo lindo. Martina, Delfina y Lorena tenían buenas y afiladas navajas, y yo por mi parte llevaba una magnífica, afilada cierra, que en ese tiempo en mis manos cortaba y relampagueaba con arte
consumado. Y ahí estábamos castrando en la sombra, y la vieja luna, y las estrellas relucían como cuchillos que deseaban intervenir en
la castración. Al fin conseguí tajearle el huevo derecho a uno de los violadores, un corte limpio. Este violador de pronto se encontró abierto, el escroto desnudo y los testículos al aire, y como se vio así todo con los huevos colgando, agitaba los brazos y gritaba, de modo que descuidó la guardia, y Gabriela con su cadena hizo juisssss y le pegó justo en los colgates huevos, y el violador cayó al suelo gritando como enloquecido. Nos estábamos arreglando muy bien, y poco después bajamos al número uno de los violadores, enceguecido por un cadenazo de Gabriela, y que se arrastraba y aullaba como un animal. Una buena patada de Martina en los genitales lo
acabo por completo.
Como siempre, de las cinco fue Martina la que salió con una apariencia más maltrecha, el jean blanco todo ensangrentado, pero las demás estábamos frescas y espléndidas. Yo quería asegurame de la castración, Ahora bailaba con mi cierra, trataba de hacerles unos buenos tajos. Unos de los violadores tenía un huevos bien largos.
Hermanos mías, qué satisfacción cortar -izquierda dos tres, derecha dos tres- y un tajo en el izquierdo, y otro en el derecho, y de pronto parece que bajan al mismo tiempo dos cortinas de sangre, una a cada lado de los testículos, en la noche estrellada. La sangre caía como cortinas rojas.
De pronto escuchamos las sirenas y supimos que las policias se acercaban con las pistolas apuntando por las ventanillas de los automóviles policiales. La mujer que intentaban violar seguramente les había pasado el dato.
sofxx
05-31-2015, 09:04 AM
A la vuelta había un callejón, oscuro y vacío, y
allí nos escondimos, al principio jadeantes y después más tranquilas, hasta que al fin pudimos respirar normalmente. Esperamos y alcanzamos a
escuchar las sirenas de las policias que se alejaban hacia el norte, y entonces vimos que todo
estaba bien. La bella Lorena miraba sin parar las estrellas y la luna, y tenía los ojos bien abiertos como una nena que nunca videó nada igual, y de pronto dijo:
-Me gustaría saber qué hay allí. ¿Qué habrá en esas cosas?
Le di un buen codazo, y le dije: -Vamos, si eres una gran estúpida. No pienses en eso. Muy probable que haya vida como aquí, y a algunos le acuchillan los huevos y a otros se los cocinan.
Y ahora andando, que la noche todavía esta en pañales, oh amigas mías.
Las otros se me acercaron, pero la hermosa Lorena me miró seria, y después levantó otra vez los ojos hacia las estrellas y la luna.
Recorrimos el callejón, mientras las luna brillaba a los dos costados. Lo que ahora necesitábamos era un auto, de modo
que saliendo del callejón doblamos a la izquierda, y comprendimos que estábamos en
la plaza de Las Cazadoras apenas vimos la gran estatua de bronce de La Guerrera clavando su afilada navaja en los testículos de un gran oso. Caminando hacia el norte
llegamos al viejo pueblo Huevos Rotos, descascarado y roto porque nadie vivía mucho
por allí, excepto algunos málchicos. Pudimos ver en un cartel pegado en una pared la habitual agarrada de huevos, con las integrantes del partido político a favor de la castración; que a tiro limpio liquidaba a los testículos, el tipo de política que el
Estado hacía en esos años. Los autos estacionados no eran lindos, pero había un Peugeto año 2008 nuevo que me pareció bien. Martina tenía en el llavero una de esas llaves maestras, de modo que poco después estábamos arriba -Lorena, Delfina y Gabriela atrás, fumando
cigarrillos como chicas rebeldes- y yo apliqué el encendido del motor y lo puse en marcha, y el
motor ronroneó.
Jugamos un rato, asustando a hombres ancianos que cruzaban las calles. No había mucho tránsito. Poco después
pasamos entre árboles y sombras, amigas mías, todo estaba oscuro, y en un lugar los faros alumbraron un señor que gritaba y mostraba los dientes, y luego gritó y reventó bajo el auto, y Lorena en el asiento trasero casi se hace pis de la risa. «Jo, ja, je jo, je ji jo, jo.» Luego vimos a un joven málchico con su filosa navaja, bajo un
árbol, de modo que paramos y los saludamos a gritos, le dimos un par de
golpes en los huevos sin muchas ganas, haciéndolo gritar, y seguimos nuestro camino. Lo que
queríamos hacer ahora era la vieja visita de sorpresa. Era la emoción auténtica, buena
para sentir el latigazo de lo ultraviolento. Al fin llegamos a una especie de pequeña ciudad, y justo había una casita, separada de las demás, con un pequeño jardín. Paré el coche y frené, mientras mis amigas reían como niñas, y entonces vimos que sobre la entrada a la casita se leía un carte que decia Hogar, dulce hogar. Un nombre bastante estúpido.
Bajé del auto, ordenando a mis amigas que acabaran las risitas y estuviesen serias, y después de abrir la puerta del auto me acerqué a la entrada de la casa. Golpe suave y discreto y no vino nadie, de modo que insistí y esta vez pude escuchar unos pasos, y que retiraban un cerrojo; la puerta se abrió unos centímetros, y entonces pude vir un señor que me miraba, y la puerta estaba asegurada con una cadena. -¿Sí? ¿Quién es? -Era la
voz de un anciano, de modo que dije con lenguaje muy
refinado, la voz de una auténtica señorita:
-Perdón, señor, lamento muchísimo molestarlo, pero mís amigas y yo salimos a pasear, y una de ellas enfermó de pronto y se siente realmente mal, y ahora está ahí en el camino, inconsciente y gimiendo. ¿Me permitiría usar su teléfono para llamar una
ambulancia?
-No tengo teléfono -dijo el señor-. Lo siento, pero no tengo. Tendrá que ir a
otra casa.
-Del interior del hogar se podía escuchar el clac clac clac clac clac de un teclado y el click click de un mouse. Y luego el ruido se interrumpió y se oyó la voz de un málchico que decía:- ¿Qué pasa?
-Bueno -dije-, ¿sería tan amable de darme un vaso de agua?
El málchico vaciló un poco, y luego dijo:
-Espere.
Mis amigas habían bajado en silencio del auto y se acercaron; y aquí fue suficiente meter la afilada castradora navaja y soltar la cadena, pues como había ablandado a este señor con mi bella voz de
mujer seductora, él no cerró la puerta como tenía que haber hecho. Las cinco entramos como una fieras castradoras, la bella Lorena haciéndose la chistosa como de costumbre, bailando y cantando, y era una bonita bailarina, debo reconocerlo. Entramos todas en el cuarto donde había luz, y ahí estaba el anciano como acobardado, y con él este málchico también y sobre una mesa una PC de escritorio y papeles, libros por todos lado. Así que aquí teníamos otro inteligente, estilo hombre de
libros como el que habíamos castrado unas horas antes; pero éste escribía, no leía.
Bueno, empezó a hablar:
-¿Quiénes son ustedes? ¿Cómo se atreven a entrar en mi casa sin
permiso? -Todo el tiempo le temblaba la voz. Le dije:
-No temas. Si en tu corazón, oh málchico, anida el temor, te ruego lo deseches ahora mismo.
Martina, Delfina y Gabriela fueron a buscar la cocina, mientras Lorena esperaba órdenes, a mi lado.
-Y esto qué es, ¿eh? -pregunté,
levantando la pila de libros, y el málchico dijo temblándole la
voz:
-¿Qué quieren aquí? Salgan antes que
las eche.
-Un libro -dije-. Usted está escribiendo un libro. -Hablé con una voz de mujer seductora-
Siempre experimenté la mayor admiración por los que saben escribir libros. (Borges, Cortázar, Aldous Huxley, George Orwell)
-Luego miré la
primera hoja, y tenía escrito el nombre, EL ESTUDIO DEL HOMBRE, y dije:- Caramba, es
un título bastante estúpido.
¿Quién oyó hablar de estudiar al hombre? -Seguí leyendo, e iba alzando mí seductora voz, hasta el agudo del tipo de predicadora: «Para oponerme al intento de imponer al hombre, criatura sabía, que crece y puede demostrar inteligencia, que es
capaz de beber el néctar que brota de los pechos barbados de la Reina Amazónica... para oponerme al intento de imponerle leyes castradoras y condiciones sólo apropiadas para una creación de un mundo femenino...»
sofxx
05-31-2015, 09:49 AM
Así que comencé a romper las hojas y desparramar los pedazos por el suelo, y el málchico escritor se volvió casi
loco y se me tiró encima sacando las uñas como garras. Era el momento de la acción para la bella Lorena, y se movió sonriendo, y haciendo iiiiiiiiiiiahhhhhhhh iiiiiiiiiiaaaaahhhhhhh y iiiiiiiiiiaaaaaaaaah iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaah iiiiiiiiiiiiiiiiiaaaaah apuntando la punta de su bucanera bota a la bolas temblorosa del málchico, primero el huevo izquierdo y después el derecho, de modo que sus huevos brotaran de sangre igual por ambas partes. Los huevos comenzaron a
derramarse y manchó la linda alfombra nueva, y los pedazos del libro que yo continuaba rompiendo. Aquí el anciano, estaba como paralizado al lado de la chimenea al ver como Lore castraba a su nieto, y ahora había empezado a largar grandes alaridos, gritos como acompañando la música de las patadas bucaneras de la petiza bella Lore. Entonces aparecieron Gabriela, Delfina y Martina, viniendo de la cocina, las tres masticando. Martina con un fernet bien frío, Gabriela con una botella de cerveza Corona con limón bien fría y echaba espuma, y un trozo de tarta de jamón. Delfina con una tazita de café. Comenzaron a hacer ja ja ja
cuando vieron a la bella Lore que bailoteaba y descargaba furiosas patadas bucaneras sobre los destrozados testículos del málchico escritor, y el escritor lloraba lamentandose que le habían arruinado la obra de su vida, y lloraba buuuuuuuhhhhh jjjjjuuuuuuu jjjjjuuuuuuuuu bbbbbbbbbuuuuuuuuuuh con sus dos huevos todos ensangrentados; pero las risas de Gabriela, Martina y Delfian eran el jja je ji ja je jo jo jo jo
. Nome gustó la actitud, porque era de vaga y mirona, así que dije:
-Basta de comer. Yo no les di permiso. Sujenten a este anciano para que pueda ver como Lore castra a su sobrino y no se escape.
sofxx
05-31-2015, 10:26 AM
Así que la alta Martina, y las petizas de Delfina y Gabriela dejaron la comida sobre la mesa, entre los papeles rotos, y se echaron sobre el anciano, mientras la bella Lorena bailoteaba y hacía
temblar a patadas los huevos del málchico escritor (de unos golpe barrió los dos testículos, y ya no pudieron seguir
temblando) de modo que ahora tenía la entrepierna todo púrpura, y soltaba sangre como una clase muy especial de fruta
jugosa.
Mis amigas sujetaban las manos del anciano, mientras yo le desgarraba esto y aquello, y ellas largaban los ja ja
ja, y vimos que tenía unos buenos huevos gordos y carnosos, oh amigas mías, entre tanto yo me afilaba mí cierra y me preparaba
para la hueveada. Mientras me zambullia pude escuchar los gritos de sufrimiento. Después de mí era justo que le tocase el turno a la petiza y castradora de Gabriela, y lo hizo resoplando y jadeando como una bestia, mientras yo sujetaba al anciano. Después hicimos cambio de parejas, Delfina y yo atamos al llorón del málchico escritor, que ya no luchaba casi, y apenas murmuraba algún grito aquí y allá, como si estuviese muy lejos. Luego, todo se serenó, y nosotras
estábamos llenas de algo parecido al odio, de modo que rompimos lo que todavía
quedaba de sus testículos. Martina encendió los huevos con fuego, luego apagó el fuego de los testúclos orinándolos y se disponía a cagarlos, pero yo dije no.
-Fuera fuera fuera -aullé. El málchico escritor y su padre
estaban muy lastimados, ensangrentados, castrados y haciendo ruidos.
Pero vivirían.
sofxx
06-03-2015, 06:49 AM
Qué onda la historia?
Es muy repetitiva?
o vivio en un mundo de no lectores.:soomad
sofxx
10-14-2015, 08:39 PM
de no lectores.
La historia es buenisima lo que pasa es que la mayoria no habla ingles o de por si buscan imagenes o videos. Pero me imagine dentro de tu historia como si me agarraran a mi a patadas en los huevos. tus rodillas no me harian ningunas caricias. seria sensacional
talento para historias no te falta
sofxx
10-20-2015, 08:33 PM
sí, es verdad. Lo único que les interesan son dibujos. Veré que otra historia se me ocurre, ya que dibuajr nose y algunos los tengo que copiar.
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