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View Full Version : Great story in Spanish



fran
03-18-2010, 11:09 AM
Excuse me because is too large but....uffff a great one. A couple of hours to write it. If any girl in Europe wants to become it real for me, please contact.

Here it is:



Aquella tarde llegó de trabajar con mis botas preferidas. Sabía que era ella antes de que entrase porque escuché el ruido que hacían las tapas metálicas de los tacones. Tienen la punta muy afilada pero muy dura, de forma que no se deforma. Llegan hasta la rodilla y tienen un tacón aguja metálico de 12 cm de alto y 0,6 cms de ancho. Lo sé porque nos costó encontrar tapas metálicas y tuvimos que medir el diámetro para conseguir las adecuadas.

Nada más entrar me dijo que me pusiera contra la pared. Se acercó hasta mi y comenzó a besarme con cierta agresividad. Justo cuando empezaba a excitarme sentí como su rodilla derecha impactaba contra mis genitales con una fuerza enorme.

Antes de que fuera capaz de reaccionar, aprovechó que ya tenía la rodilla a la altura de mi cintura para bajarla de golpe y pegarme un pisotón con el tacón en mi pie derecho. En ese momento se agarró fuertemente a mi cuello y puso todo su peso sobre el tacón que se clavaba en mi pie, rotando sobre él para ponerse de espaldas a mi, con su culo contra mi cintura. Aturdido por el dolor del pie derecho note otro taconazo en el otro pie. Había hecho lo mismo con el otro tacón.

Allí estaba yo, contra la pared, con sus dos tacones clavados en mis pies inmovilizándome cuando empezó a subir y bajar su trasero con movimientos de pelvis, restregándomelo justo de forma que comenzara a excitarme de verdad.

De pronto quitó su tacón de mi pie derecho y cuando ya pensaba que la cosa iba a mejor, sentí un tremendo golpe en las pelotas. Fue debido a que había empezado a pegar patadas hacía atrás con el talón, como cuando corríamos de pequeños pegándonos con los talones en el culo, pero con un resultado mucho más macabro. En total fueron diez patadas con tal fuerza que tras cada una pensaba que iba a desmayarme. A esto hay que sumar que debido a la postura en la que estaba para pegármelas, el otro tacón se me clavaba tanto en el pie izquierdo que ya parecía formar parte de mí.

Cuando se separó de mi me dijo: “ponte a cuatro patas juguetito. A partir de ahora vas a ser mi juguete. Voy a usarte como yo quiera y voy a probar contigo todo lo que me apetezca. Desde este momento no puedes decir nada salvo que yo te lo pregunte, no quiero oírte ni respirar ni mucho menos gemir y yo no desobedecería si quieres seguir conservando intactas tus partes.” Pero yo era incapaz de moverme de la posición en la que estaba.

Ella se alejo tres pasos, cogió carrerilla y me pegó un patadón brutal con el empeine en las pelotas. Yo caí de rodillas. Una vez más volvió sobre sus pasos y con el mismo impulso y juraría que con más violencia aún me pego otra patada, esta vez con la punta, en los genitales. En el momento del impacto sentí como si su bota realmente se clavara en mi entrepierna, a lo que ayudó que la dejara puesta ahí unos segundos tras el golpe. En ese instante caí quedándome a cuatro patas y escuche como decía: “¿ves como era muy fácil obedecerme juguetito? Mientras se ponía tras de mi. Tras unos segundos de silencio sentí que mis pelotas decían basta debido a otra brutal patada desde atrás que se repitió un total de 15 interminables veces. Todas iguales: con intervalo entre cada una para prepararla bien, palpando primero fuertemente con la bota el sitio exacto del impacto, echando bien atrás la pierna y haciendo fuerza con la pierna y el pie en la última parte del recorrido para conseguir la máxima potencia. Ya me había pegado alguna patada en otras ocasiones, pero parecía como si hoy lo estuviese haciendo más a conciencia con la intención real de destrozármelas.

Después de esto yo estaba tumbado totalmente boca abajo en el suelo y un poco desorientado. Ella me ordenó estirar los brazos con las palmas de las manos hacia arriba. Yo obedecí, pero aún así recibí dos taconazos en el culo y alguna pisada en la espalda con todo el pie. Al notar que el peso iba incrementándose temí que se subiera, pero finalmente no lo hizo. Pero si que puso el tacón sobre mi mano derecha y la suela sobre los dedos pisándome totalmente y repitiéndolo con el otro pie en la otra mano descansando todo su cuerpo sobre ambas manos. Yo no pude evitar quejarme, y ella me dijo: “échate hacía delante para que pueda sentarme sobre ti, juguetito” Cuando lo hizo y libero mis manos me agarro fuertemente del pelo y pegando un brutal tirón hacía un lado me miro y me dijo: “no contestes, pero ¿no te había dicho que no quería oírte ni para quejarte? Esto puede costarte muy caro.” Yo dije que si sin darme cuenta y eso provoco un nuevo tirón de pelo. “que no hables”, me dijo. Yo le dije que me perdonara y esto le enfado muchísimo.

Se levanto de golpe y me dijo que me pusiera boca arriba con tono de estar realmente cabreada. Cuando lo hice subió unos 5 segundos en mi cara con ambos pies, después se bajo, se sentó sobre mi cintura, puso un tacón en cada pezón y se puso de cuclillas con todo el peso únicamente sobre los tacones, que estaban inclinados unos 20 grados para evitar que las suelas tocaran mi cuerpo y así maximizar el dolor. “A partir de ya no quiero oírte decir absolutamente nada, ¿está claro? Yo no conteste entre el dolor que sentía y el miedo a las represalias, pero parece ser que ahora si debía hacerlo, porque de pronto sentí como retorcía brutalmente ambos tacones mientras repetía: “¿ESTÁ CLARO?”. Yo le conteste que si y ella me dijo que le avisara cuando ya no aguantara más el dolor. Unos 20 segundos más tarde note que me era imposible aguantar ni un solo segundo más y le dije: “basta, basta bájate”. En ese momento ella comenzó a mover, clavar y retorcer los tacones de forma lenta pero con mucho recorrido. Yo no podía más, pero su sadismo se prolongo durante 20 segundos más.

Cuando se bajo yo no podía ni moverme, y ella se fué. A los pocos segundos regreso con unas pinzas de ropa y me dijo que ese era el castigo por desobedecer. En total me puso 20 pinzas repartidas por todo el cuerpo. Después volvió a ponerme a cuatro patas no sin darme alguna otra patadita y algún taconazo acompañado de pisotón. Se sentó sobre mí y me cabalgo durante unos minutos pegándome patadas con el talón y taconazos para conseguir que gire, acelere o pare. En esa posición me puso las botas en la cara intentando quitarme el aire y apretando brutalmente ambos lados de la cara.

Después me puso de nuevo boca arriba y se dedicó a pisar con la suela todas las pinzas que tenía en el cuerpo multiplicando así por 1000 la presión de las mismas. En todas ellas se llego a poner de pie solo sobre esa bota, provocando incluso que algunas salieran despedidas. Tras ello me dijo: “Ahora juguetito quiero que beses y chupes mis botas como símbolo de tu sumisión a mi”

Tras unos minutos me dijo que pusiera la lengua en el suelo y sin pensárselo puso la suela unos centímetros por delante de forma que al bajar el tacón la pisó. Se puso con la otra pierna levantada en el aire, solo sobre ese pie, con la suela en el suelo y el tacón pisando la lengua durante 5 segundos. Cuando paró, me obligo a poner la cara de lado en el suelo y con la boca abierta. Con cuidado metió el tacón y pisó el papo por dentro, aplastándolo contra el suelo y de nuevo sobre esa pierna con la otra en el aire. Suerte que el peso se repartía de forma natural entre la suela y el tacón como había pasado anteriormente con la lengua, pero esta vez la tortura duró un minuto entero.

Al acabar me dijo: “bueno juguetito, espero que tengas claro que soy tu dueña y que puedo hacer contigo lo que quiera. Pisarte las pelotas hasta que revienten sería tan fácil que no creo que se te ocurra volver a enfadarme. Asume que existes únicamente para complacerme, así que ahora vas a hacer que tenga un orgasmo usando únicamente la lengua”. Se quitó las botas y se puso unas sandalias con un tacón de 12 cms y que tenía 0,3 cms de ancho. Si lo medís os daréis cuenta de que con auténticos clavos capaces de atravesar aquello que pisan a nada que se cargue un poco de peso sobre ellos. Me puso sentado con los huevos sobre la mesa. Clavó con todas sus fuerzas un tacón en mis huevos y dejándolo clavado me obligo con un brutal tirón de pelo a hacérselo con la lengua. Me costó mucho porque el dolor era intenso dado que la otra pierna estaba levantada y simplemente apoyada sobre el lateral de la mesa mientras todo su peso descansaba sobre el tacón que comenzaba a atravesarme.

Cuando conseguí que se corriera, me hizo poner la cabeza boca arriba al final del sofá contra el respaldo. Cogió el mando de la tele, la encendió y se sentó plácidamente sobre mi cara. Tapaba totalmente mis ojos y nariz, por lo que debía respirar por la boca, pero a ratos me la tapaba unos 15 segundos con un cojín sin inmutarse, ni tan siquiera dirigirme la palabra. Además, sus tacones descansaban despreocupadamente sobre mis maltrechas pelotas de forma continua. Estuvimos así un buen rato, dado que encontró algo que le interesaba ver. Los últimos minutos fueron los peores porque lo del cojín sucedía cada minuto.

Una vez se encontró con ganas, me dijo que ahora debía hacer que consiga otro orgasmo sin correrme yo. Para asegurarse me puso un condón y me dijo que si me corría iba a tener que beberme todo su contenido. Lo hicimos de pie en la mesa, pero claro, clavándome los tacones en los pies y con las suelas levantadas para multiplicar el efecto. Conseguí no correrme y después ella me lo hizo mientras agarraba las sandalias por el talón dejando caer todo su peso en los tacones que se clavaban en mis pezones como jamás antes había sentido.

Cuando me corrí guardó cuidadosamente el condón y una vez limpios y sin darme tiempo a respirar me agarro los huevos con las manos y empezó a apretar cada vez más y más mientras los movía dentro de sus puños entrelazados y me llevaba al suelo frente a la mesa. Volvió a situarme sentado en el suelo con las pelotas sobre la mesa y se puso de nuevo las sandalias. Me puso varias vueltas de celo alrededor de la cintura sujetando mi pene contra la tripa y comenzó a dar fuertes pisotones en los huevos. Además tras el impacto retorcía la suela consiguiendo que el dolor se multiplicara considerablemente.

Tras unos 50 pisotones empezó a pisar más despacio, pero durante uno o dos segundos cada vez ponía todo su peso sobre esa suela. Tan era así que la otra pierna se levantaba en el aire más de dos palmas en cada pisotón.

Finalmente decidió pisarlos sin piedad alguna y levanto definitivamente la otra pierna para aprovechar a clavarme el tacón en un pezón mientras todo su peso aplastaba mis pelotas. Además se ponía totalmente sobre la suela, sin apoyar el tacón, a la vez que la retorcía. Me quedaron pocas dudas de sus intenciones cuando empezó a decir con sonrisa burlona: “Despídete de ellas, juguetito, mira como revientan bajo mi pie, ¿ves como eres mi juguetito? Bueno, a partir de ahora mi muñequita. ¿Pero que voy a hacer ahora sin poder torturar tus pelotas? A ver si hay suerte y solo revienta una. La otra no se, pero una te aseguro que va a explotar como una cucaracha, y además voy a disfrutar con ello”

Mientras me decía todo esto sentí como se echaba para adelante y el tacón del otro pie se me clavaba más allá de lo soportable mientras me metía el condón usado en la boca y me obligada primero a beberme todo y luego a chuparlo por dentro. Pero increíblemente, mientras todo esto ocurría me corrí de nuevo. En ese instante quito su pie de donde lo tenía y pude respirar, aunque después me obligo a llevarla a la cama, acostarla y seguir actuando como su juguetito.

pegama78
03-18-2010, 02:46 PM
Interesante historia, y no es muy larga que digamos pero esta bastante bien espero que publiques mas.


:bananajum

blablebli
04-11-2010, 01:40 PM
Muy buena historia!